Hay un movimiento para enviarla a Italia. Su único delito: vivir en la calle.
«En la noche iraquí un disparo rompe el silencio. Saliendo de casa, el espectáculo que se materializa ante mí es dramático: un policía anciano, con la pistola en su mano, acaba de matar a un perro e intenta ejecutar a otros dos. La gente protesta y lo frena. Los tres perros amigos se llaman Mancha, Moka y Negrita. Conocidos por todos en el barrio. Dulces, pero molestos para algunos vecinos que los acusaron de vagabundear por las calles y amenazar a los residentes. La respuesta de las autoridades fue brutal: «eliminación física e inmediata de los tres perros». Negrita ya está muerta y el policía la encadena a su motocicleta para llevársela como un paquete que se arrastra sobre el pavimento. Mancha escapó y Moka, con la ayuda de algunos vecinos, fue escondida».
La que cuenta esta violenta historia es Eleonora Gatto, voluntaria de la organización italiana Un puente para, que desarrolla su tarea en la ciudad de Erbil, en Irak. Y continúa su relato: «Acá es frecuente que los agentes policiales tengan la orden de limpiar el área de perros. Aunque ellos no sean peligrosos. Los animales son ejecutados sin piedad. Dentro de la guerra ellos viven su propia guerra. Así murió Negrita. Un mes atrás volvió al barrio Mancha. Sólo duró un par de días. No murió por las balas sino envenenado. La única sobreviviente fue Moka».
Eleonora se enamoró de esa perra que todavía es cachorra. La dulzura del animal derrumbaba hasta un corazón duro. Y Eleonora decidió que debía salvarla de ese infierno y de la ejecución que pendía sobre su cabeza.
«Cuando la vi por primera vez era una cachorrita de tres meses. Lomo gris, orejas oscuras y una línea también oscura alrededor de los ojos. Cuando tras almorzar en la organización tenía diez minutos de descanso iba a la calle a buscarla. Jugaba con ella. Hasta que un día Moka me siguió a casa. Y se quedó a vivir en el barrio, hasta aquella fatídica noche cuando mataron a Negrita», cuenta Eleonora.
También quisieron salvar a Mancha, pero no se pudo hacer nada. Moka debía sobrevivir, costara lo que costara. Se transformó casi en una cuestión de estado entre la policía iraquí y el consulado italiano, que recibía las quejas contra la voluntaria italiana.
Eleonora sigue contando: «Tratamos de encontrarle una familia adoptiva en Erbil, pero la gente tenía miedo de la policía. Entendí que el único lugar seguro para ella era la casa de mi familia en Italia. Los míos viven cerca de Bérgamo y tienen una perra, Sombra. Cuando les conté mi idea dieron el sí de inmediato. Somos una familia modesta y el problema es conseguir los 2.800 dólares que cuesta trasladarla. Abrimos una cuenta en buonacausa.org». El sitio donde se puede depositar se encuentra en http://buonacausa.org/cause/portiamo-samarra-a-casa.
El proceso de salvación de Moka es complicado. Lo explica Eleonora: «Ciclos de vacunación, muestras de sangre para enviar a laboratorios autorizados por la Unión Europea, documentos y hasta un salvoconducto. Y cuando tengamos todo en orden, deberá enfrentar un largo viaje terrestre hasta el avión. Los primeros documentos ya fueron confeccionados y cuando el veterinario me preguntó que nombre debía ponerle en el pasaporte a Moka, algo me indicó que se lo cambiara. Elegí Samarra. Es el nombre de una antigua ciudad iraquí famosa por su arquitectura. Una ciudad que jamás se rindió en las distintas guerras. Y cuyo nombre, en árabe significa: que da placer a quien la mira. Eso es lo que siento por Moka, que ahora se llama Samarra».
La recaudación de fondos para su salvación avanza. Todo lo que supere la cifra necesaria será destinado al mantenimiento de Samarra a futuro. Que en tanto vive como refugiada en la casa de Eleonora. Si pusiera un pie en la calle sería fusilada por la Policía.
Samarra espera. Tuvo el pecado de nacer en un país en guerra y con una policía celosa que no quiere dar el brazo a torcer: esa perra debe morir. Para ellos, ahora, es una cuestión nacional.
Samarra espera. Poder vivir lejos de ahí. Con nuevos amigos. Ya se juntaron 900 de los 2.800 dólares para su salvación. Hasta ahora, Samarra tuvo una existencia de perros. Ojalá su futuro sea distinto. Con un toque de humanidad…