Voy a pedir licencia porque si me voy unos días y no digo nada, ya me están velando; no les voy a dar el gusto, me van tener que aguantar hasta el 10 de diciembre de 2019, no tengan ninguna duda”.
Aclaró sin embargo que todas las acciones en ese tiempo quedarán definidas en los próximos días en una reunión de gabinete. Apenas el postoperatorio lo permita, monitoreará por teléfono la gestión.“Será la última operación, sobre las anteriores está la satisfacción de los profesionales y me habían quedado de las últimas dos resonancias una manchitas en el hígado, tiene que ser operado y decidimos que sea el lunes 20 de junio, Día de la Bandera; estaría cuatro horas”.
“Soy un paciente aplicado”, se definió al hablar sobre el proceso que vivió el último año y medio, tras ser diagnosticado de una enfermedad oncológica. “Ya estuve a prueba en 2001, no es la primera vez, tengo 45 quimio en este cuerpo, y 27 rayos, más todos los procesos habidos y por haber que te puedas imaginar. Pero si me dicen que dentro de un mes tengo que ir al médico y ya sé que tengo que ir, no cambio eso para nada, ese día voy porque dependo de ellos; pero mientras me organizo la vida de tal manera que eso pase desapercibido”.
El gobernador dijo que “en este momento me ayuda el trabajo. A las 6 me levanto y tengo en claro las cosas que tengo que hacer, me cruzo enfrente, hablo por teléfono, el trabajo para mí es fundamental”. Aunque descansa en la noche: “Trato de guardarme, de leer y durante el día le ponemos todo el ritmo que podemos a la gestión”.
“Si no tuviera ni las ganas ni el convencimiento ni la energía, soy el primero que digo `Hasta acá llegue´; siempre le hablé claro a la gente”, dijo. “Así como el 14 de marzo del año pasado, justo el día que lanzábamos la campaña a la gobernación dije que tenía esta enfermedad, ahora como las otras cuatro operaciones se dieron muy seguido, y supuestamente la última, me parecía bueno decirle a la gente, porque pregunta con mucho cariño”.
Respecto a sus gestiones por la crisis petrolera primero y el tarifazo del gas, dijo que “eso tiene que ver con mis convicciones. Tengo 65 años, transito la política desde antes de los 18 años y más allá de que uno pueda tener una movida política en algún momento de los 40 y pico, que no era la idea, hay convicciones que uno no cambia y tengo en claro y por eso acepté las tres veces ser candidato a gobernador; tengo en claro cuál es mi trabajo: representar a 600 mil chubutenses”.
“Cuando te llaman y te sientan en una mesa, te sientan solo o por región y ahí te ponés firme, no me puedo venir de allá sin discutir un problema que nos aqueja, discutimos todo”. Das Neves sostuvo que hay muchos dirigentes “no sólo de esta provincia, que veo que son muy tibios, tienen miedo, prefieren ser delegados y no gobernadores”. Reconoció una adrenalina especial cada vez que se sienta en Buenos Aires a discutir los recursos y obras para la provincia, y aseguró que muchos estigmatizaron la palabra “pelea”: “Hay que ir a pelear, a veces hay que poner los tonos donde corresponden porque no vamos a un convento de monjas, vamos a discutir cuestiones de poder, plata y transferencia de dinero”. En cuanto a su tercera gestión, graficó que “me levanto a las 6 y estoy pensando en todas las cosas que tengo que hacer en el día y me voy a dormir tranquilo cuando resuelvo muchas. En esta gestión optimizo el tiempo, hay cosas que ya no hago, y hay cosas en las que redoblo la apuesta. Delego lo que tengo que delegar, y controlo, porque delegar no es decir `Tomá y hacete cargo´”.
“Trabajo para generar cuadros políticos, que es necesario, y hacer una buena gestión para recuperar la credibilidad de la gente de la política; en eso pongo todo mi tiempo y energía, hago todo a mi alcance y un poco más, no me voy a correr un ápice del camino”, dijo. Al ser consultado si se sentía “como el Diego en el 86”, como lo definió su secretario privado, Das Neves sonrió: “Ese debe ser mi amigo Gonzalo (Carpintero). Pero no, sencillito y a caballo”, retrucó el gobernador. “Hago vida normal y si no la hago más normal es por algunas limitantes de salud. Es la tercera vez que estoy acá, así que no me las creo. En política hay que aprender que podés ganar o perder y cuando perdés es duro para el que no sabe, se deprimen porque salen de las cámaras, de las fotos, del abrazo fácil, del teléfono que te suena todo el día”. Recordó que al irse del gobierno el 10 de diciembre de 2011 “pasaron cuatro días sin que suene el teléfono pero me lo banqué, no tuve problema”.
Sobre una posible reelección, advirtió: “No, hay que ir despacio por la ruta”. Y aseguró que “no pensaba en 2015, pero lo que se generó acá fue tan artero que me daba bronca por mí, por mis hijos, por mi nietos, por la gente, que esa conducción política saqueara y condujera esta provincia sin ningún destino; entonces fue cuando en 2013 nos presentamos y dijimos: `Vamos a tratar de recuperar la provincia´; no es que me haya vuelto loco para ser de nuevo gobernador; ahora sí estoy loco para solucionar los problemas, porque tengo esa adrenalina y vamos a estar mejor en 2019. Después Dios dirá, el de arriba es el que sabe y te marca el camino”.