Fue uno de los mejores delanteros del mundo, tuvo una trayectoria envidiable a nivel clubes y Selección, pero no supo administrar sus bienes.
Muchas veces las estadísticas sirven para demostrar la importancia de un futbolista. Si bien los números ayudan a dar un panorama, la realidad es que lo verdaderamente importante es haber dejado una huella, ser un símbolo y Christian Vieri no solamente fue un goleador letal, que en 17 años de carrera en clubes tuvo un promedio de gol de 0,47 por partido, sino que además será recordado por ser uno de los mejores delanteros de las décadas del 90 y del 2000.
Nacido el 12 de julio de 1973, Christian Vieri -apodado Bobo por herencia de su padre Bob- vivió un tiempo en Australia porque su papá jugó en un club de allí. En ese país, Christian tuvo su primer acercamiento al fútbol y también jugó al cricket. Al poco tiempo regresó a Italia y allí se dedicó de llenó al fútbol, formándose en Torino, donde hizo su debut en Primera División en la temporada 1991/92.
Sus primeros años en el fútbol, de acá para allá
Las primeras seis temporadas del Toro fueron en seis clubes diferentes de Italia. Se inició en Torino, luego pasó a Pisa y más tarde a Ravenna. De cara a la temporada 94/95 llegó a Venezia, luego estuvo en Atalanta y para la 96/97 jugó en Juventus, de hecho, allí obtuvo la Copa Intercontinental del 96 ante River en Japón.
Explosión en España y regreso a Italia
En la temporada 1997/98, Atlético de Madrid se llevó al Bobo Vieri y su actuación fue deslumbrante: marcó 29 goles en 32 partidos disputados, lo que lo convirtió en el máximo goleador de la liga española aquel año. Tras una etapa en el Colchonero, el Toro volvió a su país natal y allí representó primero a Lazio y luego pasó al Inter, donde se estableció y permaneció por seis años y dejó una huella. Allí conformó duplas ofensivas memorables, entre las que se destacaron con Ronaldo y con Crespo. En el nerozzurro convirtió 123 tantos en 190 encuentros.