Durante las tres horas de vuelo, fue contundente en su negativa de hablar con la prensa. Viajó acompañada por dos de sus secretarios, dos custodios y su caniche toy.
Cristina regresó a Buenos Aires. El vuelo 1893 de Aerolíneas Argentina aterrizó en el Aeroparque Metropolitano antes de las 22. Durante las tres horas de vuelo, fue contundente en su negativa de hablar con la prensa. Viajó acompañada por dos de sus secretarios y dos custodios.
Con un pantalón negro, botas haciendo juego y un sweter color natural, Cristina se despidió de su «lugar en el mundo». Volvió a mostrarse arreglada en contraposición a los vídeos que se difundieron de ella fuera del poder, a cara lavada y más informal.
No se levantó de su asiento, 4 F de clase turista, durante todo el vuelo. Leyó por varios instantes y cuando el Boeing 737-700 alcanzó su altura crucero, distendida y siempre atenta a la prensa que viajó cerca de ella, Cristina pasó parte del vuelo charlando con sus secretarios. Al menos seis pasajeros se acercaron a ella para pedirle una fotografía a las que accedió sin problema. A los turistas les preguntó si les había gustado el Glaciar Perito Moreno, y las charlas no fueron más allá.
Una hora después que el avión de la Línea de Bandera despegó de El Calafate, la ex Presidenta accedió a tomar un té y comer un sándwich de miga. Las conversaciones con sus secretarios, en tono imperceptible y tapándose de a momento la boca, tuvieron varios momentos de risas. Esta vez la ex Presidenta viajó sin sus hijos, el diputado Maximo Kirchner estuvo en Río Gallegos durante el fin de semana, mientras que su hermana Florencia se encuentra en Capital Federal.
Al igual que en diciembre, la ex Mandataria viajó con su caniche toy Lola con la que jugó unos minutos en el primer tramo del vuelo.
Entre la lectura de su libro y la revista de Aerolíneas, Cristina buscó hacer llevadero el viaje de tres horas, que la trasladó de nuevo a Buenos Aires donde el miércoles declarará en la causa por el dólar futuro, ante el juez Claudio Bonadio.
Restaba media hora de viaje y dejando la lectura de lado, se tomó unos minutos para retocarse el maquillaje. Sabía que en Capital Federal las cámaras estarían atentas a ella y se reencontraría con su militancia, tras dejar el poder político.
A las 21.53 el avión comenzó a descender y la ex Presidenta fijó su mirada sobre las luces de la ciudad, hace mucho tiempo que no realizaba este trayecto y por segunda vez desde que dejó su cargo, se trasladó en un vuelo regular.
Dejó el Sur y pese al buen humor que buscó reflejar durante el viaje, la molestia ante cualquier referencia que la prensa le realizó sobre su situación judicial, no la pudo ocultar. «Basta», dijo taxativa y con eso marcó la pauta que no iba a hablar de su imputación por lavado de dinero, de ñ indagatoria en Comodoro Py el miércoles, y mucho menos del empresario Lázaro Báez detenido desde la semana pasada.